lunes, 14 de febrero de 2011

Artículo aportado por Yaiza López de 2º BACH B

Merkel pone precio (salarial) al rescate

La exigencia alemana de devaluar los sueldos compromete al Gobierno español - El desacuerdo en la UE reactiva la presión sobre los países periféricos

ALEJANDRO BOLAÑOS - Madrid - 13/02/2011
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La cumbre de la UE celebrada hace una semana debía ser, en palabras
 del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso,
 "la cita definitiva para reforzar" el fondo de rescate de la UE. El acuerdo
no solo se aplazó a marzo, sino que ahora es mucho más complicado.
 La canciller alemana Ángela Merkel condicionó la ampliación del fondo
 a un difuso pacto de competitividad. Lo único nuevo era la exigencia
de que los Veintisiete se comprometieran a desvincular las subidas
 salariales de la inflación. Pero bastó para que la cumbre acabara como
 el rosario de la aurora; para que los inversores empujaran a Portugal
otra vez al borde de la suspensión de pagos este jueves; y para empinar
aún más la reforma de la negociación colectiva que el Gobierno español
 quiere cerrar, precisamente, en marzo.
      Angela Merkel

      Angela Merkel 

      A FONDO

      Nacimiento:
      17-07-1954
      Lugar:
      Hamburg

      Alemania

      A FONDO

      Capital:
      Berlín.
      Gobierno:
      República Federal.
      Población:
      82,369,552 (est. 2008)

    La noticia en otros webs

    "En crudo, debe haber pérdida de poder adquisitivo", señala un experto
    Las diferencias en el avance de la productividad fueron escasas
    Porque Alemania y España son
    los dos ejemplos extremos que
    ilustran la propuesta de Merkel.
    En la última década, Alemania ha
    disparado su superávit por cuenta
    corriente, en la misma medida que
    España aumentó su déficit exterior.
    Eso se ha traducido en que España
     y otros países periféricos, como
    Irlanda, Grecia o Portugal han
     llegado a la crisis con empresas
    y familias muy endeudadas y una
     capacidad de generar crecimiento
     apocada, ahora que la demanda
     interna tirita. Y aquí viene la receta
     alemana: el camino más corto para
    resucitar la competitividad de la
     economía, que permita aumentar
     exportaciones y reducir
    importaciones,
     es acompasar las subidas salariales a
     las ganancias de productividad. O
    mejor aún, rezagar los salarios
    respecto a la productividad durante
    unos años.
    "En crudo, debe haber una pérdida
     de poder adquisitivo", aclara
    Javier Andrés, catedrático de
    Análisis Económico de la Universidad
     de Valencia. "Casi todos, yo incluido, decíamos hasta hace poco que el
    déficit exterior dentro de la zona euro no era tan problemático porque
    había financiación asegurada. Pero hemos visto que no es así, que cuando
    hay una crisis financiera, los inversores vuelven a segmentar por países
     y no tratan igual a España y a Alemania", añade.
    Andrés concede que "el aumento de los costes salariales no es la única,
     ni siquiera la principal causa de la pérdida de competitividad". Pero
    sostiene que sí es el único coste en el que se puede incidir con un efecto
    inmediato, ahora que España no puede devaluar su moneda. "El plan 
    Merkel debería acompañarse con un paquete de estímulo europeo, con
     apoyo público a inversiones de I+D y de grandes infraestructuras", acota.
    El planteamiento alemán, respaldado por varios expertos españoles y
    los servicios de estudios del Banco de España y de las entidades
     financieras, no puede ser más comprometido para el Ejecutivo de
    José Luis Rodríguez Zapatero, que es también uno de los más deseosos
     de que la ampliación del fondo de rescate se convierta en dique
    infranqueable para los inversores que castigan los títulos de deuda
    españoles.
    El Gobierno respaldó el resto de la propuesta de Merkel, sintetizada
    en un folio con seis párrafos sin firma: elevar la edad de jubilación,
     poner límites en leyes nacionales al déficit y la deuda púbilcos armonizar
     el impuesto de sociedades o crear un programa de resolución para las
    crisis bancarias. Pero la exigencia de desvincular las subidas salariales
    de la inflación amenaza con desbaratar otra vez el diálogo social, apenas
     recompuesto en el acuerdo de las pensiones. Más aún, cuando sindicatos,
     patronal y Gobierno se ponen otra vez a prueba con la reforma de
     la negociación colectiva. Y cuando el Ejecutivo se ha impuesto aprobarla
     antes del 20 de marzo.
    "Si hablar de competitividad supone devaluar los salarios, no estaremos
     de acuerdo", advirtió este viernes Toni Ferrer, secretario de Acción
    Sindical de UGT. "Ligar los salarios a la productividad es imprescindible,
     los sindicatos deberían verlo con buenos ojos", rebatió el vicepresidente
    de la CEOE, Arturo Fernández. El asunto es tan espinoso que, por ahora,
    ha quedado fuera de las primeras rondas de conversaciones entre los
    agentes sociales.
    "Es innegable que hay un problema estructural con la competitividad
    en la UE", comenta Miguel Ángel García, director del gabinete económico
    de CC OO. "Estamos dispuestos a hablar de productividad, como se ha
     hecho en otros acuerdos de concertación, pero primero hay que aclarar
     lo que se dice", reclama. "Porque si lo que se pide es que el salario
    nominal [sin descontar el efecto de los precios] crezca menos que la
     productividad real, eso significa aquí, y en Alemania, una pérdida de
    poder adquisitivo permanente", concluye.
    El avance de la productividad real por empleado, en tasas interanuales,
    ha sido muy escaso en las últimas dos décadas, cercano al 1% en el mejor
     de los casos, salvo ahora, cuando la crisis se ha llevado por delante los
     trabajos que generan menos valor añadido (sobre todo en la
     construcción). La productividad no aumentó a mucho más ritmo
     en Alemania, pero sí cayeron a más velocidad los costes laborales
     unitarios, que relacionan remuneración nominal por asalariado y
     productividad real. Y ésta es una de las medidas de competitividad
     más empleadas por los organismos internacionales, con la OCDE y
     el FMI a la cabeza. De nuevo, si a la remuneración de los asalariados
     se le descontara la variación de los precios, las distancias se estrechan
     o anulan.
    José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, cree en la moderación
     de los costes salariales como medida de ajuste. Pero sostiene
     también que el plan Merkel es "una cortina de humo" para no
    abordar lo urgente. "Los inversores lo han dicho claro esta semana:
    no comprarán más bonos portugueses y de otros países periféricos
    hasta que estar seguros de que el fondo de estabilidad va a ser más
     grande y flexible", afirma Díez. "Y para que eso ocurra, Merkel debe
    hacer entender en Alemania que serán sus bancos y sus fondos de
     pensiones los que correrán con los costes de la reestructuración
    de la deuda de Grecia, Irlanda y quizá Portugal".